En «mi otra vida» quería ser  fotoperiodista.

Después de ver la Sal de la Tierra, quiero ser Sebastião Salgado.

Mi historia con Sebastião, como la de Wenders, es larga.

Sus fotos me conmovieron desde que fueron publicadas en la Jornada. Fueron esas fotos emblemáticas de Curionópolis y las minas de Rio Doce.

 

… y finalmente compré «Terra», que hojeo y observo cotidianamente.

 

 

 Hace otros muchos años,  en el Barbican me topé de casualidad con la exposición organizada por Aministia Internacional con los retratos de niños refugiados.

Fue una experiencia muy conmovedora

 

Poco después, recibí «Migrations» como regalo de unos amigos ingleses queridos y está entre mis Libros de Arte favoritos.

 

Ya hace unos pocos años, regalé Trabajadores y Tierra, como recordatorio de las caras de la pobreza.

 

Un día de éstos, compraré «Génesis», el futuro emergente.