En Genera hace un año, comenzamos con una acción “para cohesionar al grupo”. Había múltiples razones para sumarse: la aversión a los spots que nos inundaban, la historia de corrupción y compra de votos, la telebancada y la alianza del Partido Verde Ecologista de México con las televisoras.

Alguien dijo: “Ya hay una petición en change.org. Sumémonos”.

– «Si, pero en change.org no podemos tener acceso a los correos después”, digo.

-«Se los pedimos a Alberto. Es cuate». Me callé, no insistí. Nos estamos conociendo. Nos estamos re-conociendo.

Hicimos y firmamos una petición legal al Consejo General del INE, se reunió la evidencia, se preparó para el Tribunal. Lo hicieron excelentes abogados como Alfredo Figueroa y Maria Santos, una estudiante de derecho que echó a andar la petición.

Se armó el chat entre los aliados y se dió difusión a la petición en change.org.

Comenzaron los artículos, los tuits y los posts en Facebook.

Me sorprendió la acogida, somos muchos que estamos hartos. En un par de días se convirtieron en 50 mil firmas, al rato hubo 100 mil.

Hay que entregar, con las que sean, y se armó un equipo para ir al INE.

Llegamos con 140,000 firmas en una memoria USB y 11 tantos originales de la petición legal.

En el chat hubo una ardua discusión sobre si debemos de incluir a una figura pública «que no hizo nada». “Tiene muchos seguidores”, se argumentó. Al final, todos salen en la foto, incluyendo «change.org».

La historia privada es aún más interesante: la Oficialía de Partes del INE le dijo a Paulina Arriaga, Carlos Brito y Alfredo Lecona (de Genera) que el USB con las 140mil firmas no abría. Pidió, entonces, para recibir “oficialmente la petición” 11 memorias USB (uno para cada consejero).

Se acababa el plazo, se ponía en riesgo la recepción de la petición oficial.

Paulina y Carlos compraron unos USBs en medio de Viaducto Tlalpan y Periférico, donde no abundan los pequeños comercios. Encontraron unos en una papelería, otros en un mercado y poco antes de que acabara el horario laboral (cuando ya todos los de la foto se han ido) completaron la misión: 140 mil firmas en 11 memorias USB.

El resto de la historia es pública:

6 consejeros por el “no”, 5 por el “sí” y no se le quita el Registro al Partido Verde.

Agradecemos el apoyo de los 5 y comienza el litigio en el Tribunal.

Bien jugado, bien perdido.

No nos imaginamos lo que se desataría:

  • Los partidos MORENA, PAN y PRD se unen a solicitar la eliminación del registro del PVEM.
  • El nombramiento de Arturo Escobar, en la Subsecretaría de Prevención del Delito, las organizaciones que trabajan en esos programas lo repudian. Las patadas bajo la mesa lo «mandan arrestar» y debe renunciar.

Unos meses después, científicos publicaron una carta contra las políticas medioambientales del PVEM y la destrucción del manglar Tajamar en Cancún visibiliza que la gente ya no le cree.

Comienza ya el repudio público; el Verde podrá seguir engañando, pero tiene su tiempo contado. Tal vez no le quitamos el Registro en esta ocasión, pero comenzamos (quiero creer) a quitarle votos y algún día lejano, desaparecerá.

El epílogo de esa historia: «¿Y las firmas y correos que juntamos, para sumar a la gente a la siguiente iniciativa?» pregunto.

Me dicen que ya hablaron con Alberto y que es política de change.org no entregarlas, pero sí te las venden, a dólar, la firma. «¿Tendríamos que pagar $140,000 dólares?».

La petición hoy tiene 166,000 firmas….  y ahi se quedarán.