Por su discurso de izquierda reformadora, conciliadora y por hacer más políticas públicas, que pura política, me gustaba Marcelo Ebrard. Me gustaba la foto de su gabinete andando en bici, su inauguración de la Conferencia Mundial de Sida, la proyección de la ciudad de México como sede de los alcaldes por el cambio climático o la creación del Instituto de Administración Pública del DF.
Sin embargo, la #supervía de paga me deshizo su imagen de buen político, porque Marcelo sacó a relucir su verdadero modo de gobernar. Desde hace dos años, utilizando mi derecho a saber, he solicitado información por los cauces institucionales.

“No existe el proyecto”, “no existe trazo”, han sido las respuestas. Todavía seis días después de notificadas las personas de su expropiación, llegaron las mismas respuestas, ya en un tono cínico y burlón:
“No existe información de los domicilios a expropiar”.
Su modo de gobernar ha resultado “se va a hacer este proyecto porque yo lo digo”, sin información ni transparencia.

Después, empezó la sucia operación política. A algunos nos dijeron que nos calmáramos, que nuestras casas no serían expropiadas, pero no podían enseñarnos el trazo ni el proyecto ejecutivo. Cuando los vecinos convertimos el decreto de expropiación en un trazo aproximado, nos dimos cuenta que el proyecto tenía 3 kilómetros de más, dando la vuelta a San Jerónimo para expropiar a las colonias más populares y gente más vulnerable.
Las notificaciones de expropiación llegaron acompañadas de policías y granaderos. En un inicio, intentaron convencer por “las buenas”, con tres meses de renta y mudanza; pero al ver que los vecinos no venderían, siguieron por “las malas”: amenazas, intimidación y chantaje.

En paralelo, el gobierno de Marcelo declaraba con mentiras sobre la supuesta “solidaridad” de los expropiados y sus funcionarios hacían llamadas de presión a los medios de comunicación y de plano acudían al chayote, con Pati Chapoy hablando de las ventajas de la supervía.
Su modo de gobernar resultó que si las cosas no se hacen “por las buenas” como yo digo, se harán por medio de mentiras, presiones y chantajes.
Finalmente, como parte de su estrategia manipuladora, está su discurso de la “utilidad pública” de la supervía. A diferencia de otras obras en proceso de licitación, la supervía de paga al parecer ha sido concesionada por 30 años a una empresa, cuya socia principal es una inmobiliaria de Santa Fe (COPRI).

No se ha informado del esquema financiero, pero el futuro y la viabilidad ambiental de la ciudad se está hipotecando con este proyecto.
La supervía de paga pasa por tres áreas de conservación, que permiten la filtración de la mayor cantidad de lluvia de al acuífero. El 70% del agua del DF es extraída de este acuífero; algunas zonas de la ciudad se están hundiendo a un ritmo cercano a los 30 centímetros al año, dado que el acuífero no se está recargando con suficiente rapidez. Las inundaciones en Chalco, Xochimilco y el suroriente de la ciudad son las consecuencias de estos problemas.
Si la ciudad mantiene su crecimiento urbano hacia las cañadas y bosques del surponiente, a cambios de que unos cuantos vehículos circulen más rápido por un par de horas al día, lo lamentaremos durante muchos años.

Marcelo declara que la supervía es necesaria para la ciudad, sin decir que sólo 0.4% de los pasajeros que circulan al día serán beneficiados. Mientras unos cuantos pagan su cuota, otros 15 millones de personas seguiremos sufriendo la escasez de agua por los próximos años, gracias a políticas que promueven la urbanización de las áreas de conservación.
La opacidad, las contradicciones y la falta de análisis de otras alternativas —como hacer un transporte público de calidad cuando Santa Fe lo pide a gritos— ocultan los intereses económicos detrás de este proyecto.
Quiero imaginar que esta obra es el “cochinito” electoral de Marcelo Ebrard, y su seguro del retiro, si todo sale mal.
Marcelo fue a buenas universidades donde seguramente aprendió de políticas públicas, pero no aún llega a incorporar a los ciudadanos ni expertos en su ecuación.
Su formación en las prácticas autoritarias, clientelares, manipuladoras y corruptas del priísmo de Salinas y Camacho pesan más que cualquier práctica en su modo de gobernar.
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Se publicó originalment en El Universal (mayo 2010) y aquí, aquí y aquí puede encontrar más cosas sobre la Supervia