Cuando Sergio García presentó su libro: «Una trayectoria en los activismos civiles en México II. Experiencias de activistas sociales y civiles en el proceso de democratización en México»,  

yo estaba lejos, pero le escribí este texto.

El libro narra su trayectoria en el CRUC, la ENAH, Fomento Cultural y Educativo, Teocelo y EDUCE.

Luego su transición al FAM, las Mesas del Diálogo en la transición del Gobierno de Fox, el Cemefi, Incide Social, junto con su actuar como funcionario público en PROFECO y SEGOB, después en la Red Social de Rendición de Cuentas.

Hoy, es fundador y trabaja en Centro de Seguridad Urbana y Prevención (CESUP).

«La historia que hoy tendría que contar será algo diferente, y a la vez complementaria, de lo que hoy se dirá de Sergio…

Conocí a Sergio, cuando comenzaba a trabajar en el FAM (Foro de Apoyo Mutuo), en 1996, hace ya más de 10 años.

Él acababa de aterrizar a la Ciudad de México, proveniente de Xalapa y hacía múltiples menciones al proyecto cafetalero, la investigación, la asesoría de los franceses, y cómo había aumentando la productividad y el rendimiento agrícola.

Nos hicimos amigos cuando compartimos nuestras historias sobre las carpas y la acuacultura, un tema casi subterráneo en este mundo urbano de la ciudad.

Nos hicimos amigos, sobre todo, a partir de horas de discusiones teóricas, junto con Xóchitl Messenguer, sobre la sociedad civil, las definiciones de qué era una ONG y qué no era, cómo construir desarrollo, organización y capital social.

Ahora extraño esos largos ratos de hablar horas y horas…

Sergio venía de una experiencia de trabajo organizativo, y me imagino que hasta entonces no había tenido mucha audiencia para sus largas disertaciones. Yo venía regresando de la maestría en Londres, donde había teorizado sobre mi pequeña experiencia de desarrollo comunitario en Chiapas y el trabajo juvenil en BUSCA, y hasta entonces no había tenido tampoco mucha audiencia para mis largos argumentos.

Viéndolo en retrospectiva, agradezco a Sergio su falta de prejuicios para escuchar a una chavita, sin gran experiencia pero sí largas ideas.

Y en buena forma, esa relación de igual a igual, esa escucha atenta que Sergio me hizo sentir –algo desconocido para mí en el sector– es lo que me ha conectado a él durante estos más de 10 años.

Aunque esa confianza e interlocución de igual-a-igual ha sido el vínculo más fuerte, reconozco muchos años después que en esta travesía Sergio ha sido realmente un mentor.

Le agradezco las múltiples explicaciones y apreciaciones sobre la relación entre gobierno y sociedad civil, antes y después de la transición;

le agradezco las disertaciones sobre la incidencia en políticas públicas, el asociativismo, la la transparencia, el marco legal de sociedad civil, los derechos del consumidor y la responsabilidad social.

Sergio y sus ideas siempre han estado en la vanguardia, en la innovación

Trabajar con los jesuitas en desarrollo comunitario, los procesos de diálogo democrático y fortalecimiento de la sociedad civil, los derechos de los consumidores, la transparencia, la rendición de cuentas, contraloría social y la prevención social de la violencia. Todo esto construyó Sergio –cuando nada estaba de moda– gracias a la combinación y balance entre su visión, reflexión y actuar.

Le agradezco sus historias sobre activismo político y social

Mi favorita –él lo sabe– es la de haberle ido a pedir un crédito a Banamex, con un grupo de campesinos y jóvenes barbones.

Le agradezco las horas de escucha sobre por qué no ser un promotor social, de base, y los planes y proyectos cuando Alternativas e Incide Social eran todavía un sueño.

Le agradezco el apoyo, las palabras de aliento y el haber creer en mi de manera incondicional cuando emprendía una aventura, en solitario.

Hace uno año le platiqué mis planes de irme de sabático, y mientras todos se preocupaban por qué pasaría en Alternativas, la respuesta de Sergio fue “sí, te va a ayudar mucho, te va a servir para tomar distancia, para ver las cosas de otra forma”.

Tenías razón, Sergio, las veo y, nuevamente, gracias por tu apoyo, por hacerme sentir segura de mis decisiones.

Sergio, además de un activista civil, ha sido un mentor de una nueva generación de personas

que no vivimos el activismo político y organizativo de los setentas, pero él se encargó de transmitirnos sus vivencias, sus lecciones y, probablemente lo más importante, sus valores y su espíritu.

Sergio ha sido mentor de una nueva generación, animándonos a «irnos», a estudiar, a prepararnos, a reflexionar-actuar y, sobre todo, a no casarnos con ortodoxias ni lugares comunes.

Sergio además de escucharnos de igual a igual, con cariño e interés, con asombro y descubrimiento, nos ha apoyado en crear nuevos proyectos.

Sé que no hablo únicamente por mí.

Muchos de quienes hoy en la noche lo acompañan, comparten mi historia.

A nombre de ellos, gracias Sergio,

somos activistas civiles, siguiendo tu modelo.»