Tras una noche oscura, golpeada y reprimida por los granaderos del Gobierno del DF (ver todos los detalles aquíaquí y aquí), pasamos momentos de miedo, incertidumbre y, finalmente, decidimos denunciar e este abuso de autoridad.

Esta entrada se divide en dos partes. La primera, sobre la queja ante la Comisión de Derechos Humanos (CDHDF) se encuentra aquí .

2. La denuncia penal ante la Fiscalía Especializada de Servidores Públicos de la PJDF (Procuraduría General de Justicia del DF)

Una semana desde la golpiza de los granaderos y todavía no se van de mi casa. Todos los días que llevamos a mi hija a la escuela, toman notas y nos fotografían. Regresamos y más notas. No podemos dormir, mi mamá exagera y dice que estamos poniendo en peligro la vida de mi hija. Hablamos con algunas personas, quienes nos dicen: «la mejor forma de protegerte es dejar constancia, presentar denuncias e ir construyendo el caso».

Finalmente, nos decidimos por hacer la denuncia penal y comenzamos la búsqueda de un abogado con urgencia.

Después de múltiples llamadas, fuímos a ver a Rafael Heredia, quien nos dice que es amigo del próximo Jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, y no quiere causarle problemas; además, él está a favor de que se construyan vialidades en la Ciudad.

Otro montón de llamadas, dejar el trabajo un rato, logramos tener un abogado.

Hablamos con Julio Hernández Pliego, quien después de enviarle información, artículos y darle múltiples referencias personales (tu tía, mi hermana, tu cuñado, mi amiga, etc.), tomó nuestro caso.

Tras la presentación de un escrito breve, una semanas después vamos a ratificar y amplia rnuestra declaración en la Fiscalía Central de Investigación.

Comienza la visita de campo y me siento antropóloga de la falta de acceso a la justicia en este país. Hacía muchos años había visitado un Ministerio Público por un robo, acompañada de mi papá y un abogado que Rafa (su cuate) nos envió, pero esto es un experiencia más directa y profunda de cómo el Estado se investiga a sí mismo y se sanciona.

Ahí nos sentamos por turnos a dictarle al secretario del secretario, palabra por palabra, frase por frase, para «la investigación»… es volver a ver Presunto Culpable en esas escenas.

Pasamos horas y horas ahi, el señor se cuida y hay que insistir en que escriba esto o aquello. Las fotos y videos que le traemos son demasiado, no quiere que los entreguemos. Me advierte: «es delito producir testimonios falsos».

Después de lo vivido, no me intimida pero esta cara del Estado, su «burócrata de calle», su Godinez con tono y actitud, puede hacer desistir a otras personas con menos convicción y tiempo. Al rato, su jefe se da la vuelta y habla con él. Nuestro abogado habla con nosotros. «Continúe», dice.

Unos meses más tarde, nos llama Julio: «Traigan a sus testigos».

«¿Cómo va el caso?», preguntamos. «Mejor de lo que yo esperaba. Hay cosas que pensé que no llegaríamos a ver. Hay que seguirle».

En la oficina del secretario del secretario, nuevamente. El expediente ya es de muchas hojas, oficios y entiendo por qué luego se convierte en tomos y fojas cuando llegan a la Suprema Corte.

«Muy bien», me dice el secretario del secretario. Ahora tiene que reconocer a los responsables. Es el momento del «careo». Frente a mi hay una lista de nombres, sus firmas: la bitácora de las policías que asistieron ese día. Leo nombres y números. ¿Tantos? Son más de 300. Volteo a ver de nuevo mis fotos y leo sus nombres. «Tienen nombres, los granaderos tienen nombres», pienso.

Y después, me enseña el fajo de hojas más abundante. Aquí están las fotos para que usted reconozca a los responsables. Algunos tienen fotos con sus uniformes y otros tienen su ficha de adscripción a la policía. Dice «Lugar de nacimiento»: Etla, Oaxaca; Cosoltepec, Oaxaca; San Pedro Ixcatlán, Oaxaca; Amatenango, Chiapas; El Espinal, Chiapas; Huixtla, Chiapas.

Se me encoge el corazón; no sólo tienen nombres, sino que comienzo a imaginar su vida

El secretario nuevamente vuelve a decir: «Sólo reconozca a quién es directamente responsable de cometer el presunto delito, los golpes que presuntamente (vuelve a repetir) recibió». En mi mente, tengo las caras de aquellas granaderas que me arrastraron, que me dieron un puñetazo en la cara y si cierro los ojos, las vuelvo a ver. Pero, ya pasaron más de seis meses, era oscuro, no quiero equivocarme, no quiero que un inocente termine en la cárcel, pierda su empleo, deje a su familia sin ingreso.

«La número 150. Daysy Quezada.

La 155. Maribel Hernández.

La 129. Gabriela Cruz….

Elizabeth Aguilar. Rosa Maria Alonso. Leticia Cobela»…

«¿Y los jefes?», pregunto, «¿El comandante que dio la orden?, ¿la funcionaria del Gobierno del Distrito Federal de quien tenemos foto de su identificación?» insisto. «¿Dónde están sus fotos para reconocerlos?»

Revolvemos él y yo el expediente, vemos hoja por hoja.

«No, no hay nombres de otros funcionarios ni del Comandante» en este archivo que nos enviaron.

Localizo un «jefe», un «supervisor».

Regreso a la foto donde aparece Mike y que tomé justo antes de que gritara «Encapsúlelos».

¿Se parece?… y lo anoto a la lista:

«El 132. Feliciano Sánchez Jesús».

Salgo de ahí espantada,

enojada,

no es justo.

Venimos porque queremos protegernos, responsabilizar y pedir a cuentas, pero no.

Nada de justicia, nada de sanciones a los funcionarios responsables, a los que dan las ordenes y toman las decisiones. Sólo más injusticia, en este país socialmente injusto, llenas las cárceles de pobres y lleno de ricos sin ir a la cárcel.Y probablemente, soy una pieza más que hace crujir este sistema de injusticia.

Julio nos dice que debemos ir a medios, presionar. En el aniversario de la represión, convocamos a una conferencia de prensa en CENCOS. Llegan tres reporteros y volvemos a repetir sin tanta convicción: «Tenemos una queja ante la Comisión de Derechos Humanos, una denuncia penal en la Fiscalía. Creemos en las instituciones para resolver los conflictos».

No tengo más energía, quiero que esto se acabe y le digo: «Ya, esto es lo último». Busco una solución, es algo mucho más complejo, reformar el Ministerior Público, la forma de «investigar» diferente a la del secretario del secretario (via oficios y declaraciones), las comunidades de Oaxaca y Chiapas, la llegada a la ciudad, el trabajo de policía, de granadero, los malos tratos, las injusticias y corrupciones ahi dentro, la reforma de los cuerpos policiacos, las sanciones a funcionarios públicos, que a la hora de la justicia no aparecen en ningún lugar (por más que los buscamos), el secretario del secretario, el jefe del jefe del jefe, los nombramientos…

Aquí el video que CENCOS solidariamente hizo de este aniversario para no olvidar.

3. El amparo indirecto y recurso de queja ante la Suprema Corte

Platicando con Margarita comenta: «Te puedes amparar contra la no recomendación de la Comisión. Déjame consultar para ver si llevamos el caso». En un par de días, llegamos a un acuerdo y Luis y yo nos convertimos en sus «quejosos».

Amparo indirecto 1210/2013, 1976/2014 y

Pasan meses, años y finalmente se deshecha mi amparo con el recursos de queja Q.A. 336/2014, básicamente –me explica– «las resoluciones o recomendaciones emitidas por la Comisión de Derechos Humanos no tienen el carácter de actos de autoridad para efectos del juicio de amparo».

Subsecretaria de Asuntos Delegacionales

Dentro de este tiempo,

nos amparamos también como «quejosos» de la Oficina de Defensoría de los Derechos de la Infancia (ODI) contra el procedimiento y nombramiento de Perla Gómez, Presidenta de la Comisión de Derechos Humanos del DF, y Luis Raúl González Pérez, Presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos.

«Ya tenemos muchas decisiones y sentencias sobre derechos humanos, las Comisiones y sus recomendaciones. Nos sirven para hacer una publicación, para mejorar el acceso a la justicia». Pienso en lo complejo de lo complejo, en las soluciones de fondo, en nuestra Glorieta, en su antiguo río hoy drenaje, en sus quinceañeras de los sábados, en la mudanza y en que ahora vivimos frente a otro parque.

Porque la Glorieta de las Quinceañeras —como el Parque en Estámbul, como los 20 centavos más del transporte en Sao Paulo— no es sólo es un parque.

Es la corrupción y los pactos de impunidad detrás de su destrucción, y aquí su constancia.

«Yo me manifiesto porque creo que otro mundo es posible. Y quién sabe si dentro de unos años la gente recordará que todo comenzó por 20 céntimos” (por una Glorieta)

fotógrafo Rafael Vilela.

Pirul heróico
Pirul talado

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