Hoy quiero verte.

Hace un año empecé a rellenar este cuaderno, y la mitad de cierta forma te pertenece.

Quiero verte aparecer, así, de la nada, como siempre has aparecido.

Quiero verte, vestido de negro, con tu camiseta y chaleco

escurriéndose en ti con tu back-pack.

Quiero sentir que llegas silencioso, y pones un dedo en mi cintura

quiero sentir el gusto que me da verte y decírtelo,

yo sé, contestarás,

que a ti también.

Me da gusto, gozo verte, porque me rio y me siento fresca

porque te ries conmigo y te gusta verme sonreir, porque me gusta que me veas así

y después me digas que por qué no tengo galán y que Eduardo (así de formal) te preguntó por mí.

Me gusta que nos interpretemos, que seamos lo suficientemente cobardes

para no decirnos las cosas directamente

pero nos intuimos; a veces, le atinamos y otras, nos la jugamos y erramos.

— o —

Me gusta recordar la tarde que llegamos de México

hacía calorcito, 

traíamos latas y libros,

volvíamos a la felicidad.

El pasto estaba largo, no era pasto

eran esas hierbitas que se muerden y brillan con el sol.

Tú habías estado enseñando a los niños a hacer papalotes

y los probaban a ver qué tan alto volaban.

Sonreíamos montones.