Hace años dijiste que volverías
que regresarías y te casarías conmigo.
Yo, entonces, te veía lejano, me hacían falta años y vida.
No había pensado en lo que tú, no tenía todavía serenidad y menos
esa expresión tan seria para responder a lo que me decías.
Dijiste que corría el tiempo y tú te sentías más solo
que yo tenía esa frescura para devolverte lo olvidado y descubrirnos en lo perdido.
Me hablaste en el mar entre cariños y tu pasión rechazada.
Había aún tanto que hacer, para mí eso era el principio.
el principio del principio, y no el principio del final, como lo era para ti.

Dijiste, corazón, que vendrías, pero yo no te hice mucho caso
guardé esas palabras en mi memoria.
De ahí, han crecido, se han agrandado, y de la cabeza pasaron al corazón.
Hoy ya no las recuerdo, las siento.
Las siento en tu ausencia, por no decir aún que siento tu ausencia.
Dijiste que te estabas enamorando de mi, que
te ibas enamorado de mi, y yo decidí no darte por perdido.
Mientras tanto yo viviría, pensaría, maduraría, aunque no volvieras.
Fuiste un sueño y una mentira en mi corazón.
No sabía qué escribirte
qué sentir por ti. No podía decirte que te quiero porque no he sabido
si eso es lo que siento por ti. Y menos decirte que, aquí, frente al mar
no eres nadie. Pero, sobre todo hoy, no puedo saber si eres el que
yo pensé, el que yo creo que eres o el que yo quiero que seas.

Hace años tú dijiste,
desde hace años guardo tus palabras
que hasta hoy no me decían nada,
que hasta hoy te las devuelvo
cuando caigo en cuenta que te has arrepentido de ellas
que no las volverás a decir y que te gustaría olvidarte de mi.